viernes, 10 de febrero de 2012

Tumbada en la cama, agarrada a un cojín, escuchando la canción que más odio pero que más da, estoy acostada y no me pienso levantar a cambiar de emisora; además tengo ganas de escuchar melancólicas canciones y, ésta, por desgracia, es la única que había puesto en estas cinco y diez de la tarde.Aparece otra, es preciosa; me encanta. Cuenta una historia de amor que, como siempre, acaban desgraciados como todos los finales de todas las historias de amor; mal, como la mía. Derramo lágrimas; lo necesito. Necesito liberar toda esta tensión, todas estas sensaciones que hacen que cada vez me ahogue más en esta tontería mía, que lo único que sabe darme es hostias y de las buenas, no sabe mostrarme una sonrisa por pequeña que sea. He conocido al dolor de cerca y parece que quiere que le haga compañía por un largo tiempo. Se dedica a decirme que este no es el momento adecuado para alejarme de él. Me dice que cada vez que me sonría irónicamente me dará mil hostias y me da dos opciones para elegir; joderme y cargar con el peso o caer al suelo. Me ha dicho que no le da la gana mostrarme la cara más bonita de la vida porque me ha tocado esta y que no piensa sonreír ni siquiera por las fechas que vienen. Me ha contado que voy a seguir aferrándome a un clavo ardiente y, que aunque me queme no voy a soltarlo porque el dolor de la quemadura no duele ni la mitad de lo que duele este sentimiento. Me ha advertido diciéndome que seguirás prometiéndome rosas y me regalaras las espinas. Dime, ¿Es verdad? ¿Lo que me ha dicho el dolor he de creerlo? No quiero que me contestes, tampoco creo que lo hagas porque me mentiras como siempre o tal vez no me mientas pero me prometes lo que a todas y lo que siempre me has dicho; lo que siempre me has jurado. Me juraste no cambiarme por nada y lo hiciste, me juraste estar siempre a mi lado y hoy no te veo aquí. Quizás sea mejor. Pero si me juras esas cosas y luego no las cumples y encima eres capaz de venir a devolverme lo que me juraste. No entiendo lo que pasa por tu cabeza. Cada día me muestras una cara. Un día me muestras tu parte romántica y otros días me muestras tu peor cara. Me han dicho que me merezco algo más, que no debería ser tan estúpida pero fíjate que aquí tienes a una estúpida que plasma en un folio lo que siente y a la que no quieres. Una chica estúpida que cada día recuerda cada una de las tardes que ha pasado contigo, todas las palabras que la has dedicado y los besos que la regalaste fingiendo quererla.

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